octubre 07, 2015

Estelas incondicionales de canciones que navegan por el mundo ...


Acá prendo el cigarrillo, en la tarde de feriado de Rosario, ya que hoy se festeja el día de Rosario,  pero es una jornada optativa  laboral mente, y por estos días...el twitter parece ser un agitado medio de envidias...que desean molestar la atención de las personas que seguimos a uno de los mejores músicos de Argentina...y lo que es peor al nombre del propio músico. Empiezan de nuevo algunos comentarios referentes a la vieja nota escrita hace tiempo en septiembre 2012, sobre un momento de calentura del propio artista con la ciudad de Buenos Aires.

Parece ser que algunas noticias le producen envidia a la gente.  Desde algunos sectores políticos de un lado o del otro , no viven ni dejan vivir, quizás nunca hayan escuchado o deleitado de sus canciones, quizás ni conozcan al artista,  no garchan ni dejan garchar, pero joden.   Por eso quiero dejar este texto;

      Desde su etimología, podríamos comenzar diciendo que, antes que nada, la “envidia” es un “mirar” (vedeor) “hacia” (in) otro, pero desde uno. Es decir, es una suerte de consideración y comparación subjetiva en la que desde cierta consideración de nuestro ser y tener, nos comparamos con el otro, que, según creemos, y lo admitamos o no, tiene algo que nosotros no o mucho más que nosotros.  

            La envidia puede tener un fundamento más o menos real, hay cierta “envidia real” y cierta “envidia ilusoria”, en efecto está muy vinculada ésta con la autoestima propia y la mirada de a existencia. Lo cierto es que, en ninguno de los dos casos, de ninguna manera nos exime de dos singulares “injusticias” o “males” que comete el “víctima de la envidia” o envidioso. El primer mal es autoreferencial: nos hace no ver y no valorar en su justa medida lo que somos y tenemos, en general. El segundo mal, es que nos va convirtiendo en asiento de un sentimiento negativo hacia otra persona por el solo hecho de “ser o tener” verdadera o falsamente, algo que nosotros no somos o no tenemos, y deseamos. Nos existe la “sana envidia”, la envidia nunca es “sana”, puede ser “leve”, esto es, dejarnos vivir, pero nunca es un sentimiento sano, esto es una maldita expresión que se forjó siguiendo el esquema de la “venialidad” de algunos pecados, pero que nada tienen que ver con la sanidad psíquica. El envidioso sufre, por lo que otro es o tiene! Esto nunca puede ser sano. Una cosa es desea poseer lo que otro, otra es envidiar a otro por poseer, de modo real o ilusorio para nosotros.